lunes, 27 de abril de 2009

LA CONQUISTA DE LOS DERECHOS DE LA MUJER

Las mujeres colombianas han buscado salir del anonimato y de la sombra de los hombres para tener un lugar de respeto y de reconocimiento en su singularidad y dignidad humana. Esta búsqueda ha estado relacionada con las de mandas exigidas y alcanzadas a nivel internacional, especialmente desde el siglo XVIII con la proclamación de los Derechos del Hombre y del Ciudadano. A continuación se presentarán algunos momentos y procesos destacados en la conquista de los derechos de las mujeres en nuestro país.

La lucha de las mujeres por el respeto a su dignidad

A finales del siglo XVIII, las mujeres empezaron a defender el acceso al disfrute pleno de los derechos. Las distintas voces que surgieron para demandar la igualdad política, social, cultural y económica de las mujeres, fueron marcando un camino de luchas y conquistas que poco a poco, en diferentes pueblos y naciones han tenido un proceso de aceptación e incorporación a la cultura.

Las mujeres reclamaron ante el Estado: tener ¡guales derechos que los hombres; acceder a la educación para lograr el desarrollo personal y profesional; tener un trabajo bien remunerado; iguales oportunidades laborales y respeto a la condición de ser madre, así como el derecho a elegir, ser elegida y participar en las decisiones de la sociedad.

Un ejemplo pionero iberoamericano, lo constituye sor Juana Inés de la Cruz, que en el siglo XVII, asistía disfraza da de hombre a la Real y Pontificia Universidad de México. Sor Juana escribió en 1691 lo que se valora como el primer manifiesto feminista de la historia, es una carta llama da Respuesta a sor Filotea de la Cruz, en la que reclamaba el derecho de la mujer a ejercer la enseñanza, a tener acceso a la ciencia, al saber y a poder llevar una vida activa igual que el hombre.

Acontecimientos en la conquista de los derechos de las mujeres

Q París, 1791. Posterior a la Declaración Universal de los Dere-chos del Hombre y del Ciudadano, Olimpia de Gouges, una lucha-dora de los Derechos Humanos, redactó la declaración de los derechos de la mujer, exigiendo la igualdad para los sexos ante la ley, razón por la cual fue a la guillotina.

Q Nueva York, 1848. Varias mujeres y hombres organizaron la primera convención de los derechos de la mujer, exigiendo la igualdad frente al hombre, en especial frente al sufragio. Los organizadores fueron perseguidos y encarcelados.

Q Nueva York, 1908. Las textileras de la fábrica Cotton, reclamaron a la empresa que disminuyera la jornada de trabajo a 10 horas diarias, un salarlo y el descanso justo. El dueño ordenó incendiar la empresa y murieron más de 129 mujeres.

Q Estados Unidos, 1909. Las mujeres socialistas proclamaron el primer día de la mujer, Woman's Day, con grandes manifestaciones, en las que reclamaron sus derechos políticos y económicos.

Q Inglaterra, 1910. Emile Da viso n fue arrollada bajo las patas del caballo del rey Jorge V, por pedir el derecho al voto para la mujer inglesa. En 1918 fue aprobado dicho derecho para algunas y hasta 1928 se generalizó para todas las mujeres inglesas.

Desarrolla tus competencias

1. Realiza una consulta sobre las ideas que defendían Soledad Acosta y María Cano, elabora un plegable que muestre su aporte en la conquista de los derechos de las mujeres en Colombia.

2. Explica cómo influyeron las ideas socialistas europeas, en el movimiento obrero y en el movimiento feminista de Colombia.

3. ¿Qué es el movimiento feminista'', ¿cuál es tu opinión acerca de estos movimientos'?

Los esfuerzos de tas mujeres colombianas

En el panorama mundial, a finales del siglo XIX las mujeres europeas participaron activamente en las luchas obreras, por el reconocimiento de sus derechos como trabajadoras y por la mejora de las condiciones de vida de los sectores más pobres y al igual que en Estados Unidos, se unieron a las luchas contra la esclavitud.

Con la Primera Guerra Mundial (1914 1918), cambió la condición de la mujer en varios países europeos y en Estados Unidos, pues se hizo necesaria su vinculación a las actividades de la industria y el comercio, mientras los hombres iban a la guerra; esto se reflejó en un mayor acceso de la mujer a las actividades económicas, educativas y culturales.

En Colombia el proceso de Industrialización y de urbanización que se inició en el siglo XX, produjo la conformación del llamado proletariado o sector social de los trabajadores obreros de fábricas, conformado también por un alto porcentaje de mujeres. Esta clase obrera colombiana estuvo influenciada por las ideas socialistas que por entonces tuvieron gran acogida en amplios sectores de Europa. En este contexto se creó el Partido Obrero en 1916 y tres años más tarde el Partido Socialista, cuya fuerza principal fueron los trabajadores.

Una mujer destacada en las luchas de los trabajadores fue María Cano, quien había recibido una educación excepcional en importantes colegios laicos, lo que le permitió incursionar en el periodismo y en la poesía. Desde muy joven María Cano, empezó a relacionarse con obreros y artesanos a través de obras de caridad, con las cuales desarrolló una gran sensibilidad social y política. En la década de 1920 María Cano ganó mucha importancia como líder y dirigente de los obreros del naciente Partido Socialista Revolucionario PSR, y realizó giras por todo el país, en las que denunció las injusticias provenientes de la desigualdad social y alentó la organización de los obreros; razón por la cual fue en carcelada varias veces.

Posterior a esta década, la influencia de María Cano se manifestó en la creación de escuelas normales; y de nuevas oportunidades educativas para la mujer. Su masivo desempeño en la labor docente, produjo la aparición de un movimiento intelectual y de publicaciones que abogó por los derechos de la mujer y criticó las prácticas discriminatorias de que eran objeto. Las maestras fueron el núcleo de los primeros grupos feministas que articularon un juicio a la sociedad y protestaron contra la desigual condición jurídica y educativa de la mujer y su limitado poder político y económico. Las organizaciones feministas que surgieron por aquel entonces en el país, buscaron eco en el campo internacional para lograr reformas legales a favor de ellas.

María Rojas Tejada, defendió el derecho de la mujer a tener mayor acceso a la educación y la cultura, aspiración que manifestó públicamente en una conferencia acerca del feminismo en 1927, en la que alabó las luchas de las mujeres inglesas por el derecho al voto y planteó la urgente necesidad de elevar la calidad de la educación femenina.

La antioqueña Sofía Ospina de Navarro anunció en sus escritos de 1926 la llegada del feminismo como algo oportuno; sin embargo, criticó las tendencias socialistas y la mayor instrucción para la mujer.

Las manifestaciones literarias

A comienzos del siglo XX, irrumpieron en nuestro país, las nuevas concepciones e ideologías latentes en el panorama internacional, que impulsaron la aparición de movimientos culturales femeninos, interesados en mostrar a la mujer desde sus sueños, sus deseos, sus afectos y su singularidad como tal, A través de la poesía varias mujeres colombianas expresaron su pensamiento al respecto.

La colombiana Soledad Acosta de Samper, fue autora de 17 novelas,

monografías y de numerosos artículos de prensa y de revistas. En sus escritos afirma la capacidad intelectual de las mujeres y plantea que lo justo sería permitirles capacitarse y escoger su destino, ya fuera como madres, en el arte o en la ciencia. Un aparte del libro de La mujer en la sociedad moderna permite apreciar algunas de las ideas de esta destacada escritora: "Ejemplos de mujeres que han vivido para el trabajo propio, que no han pensado que la única misión de la mujer es la de mujer casada, y han logrado por vías honradas prescindir de la necesidad absoluta del matrimonio, idea errónea y perniciosa que es el fondo de la educación al estilo antiguo. ¡Cuántas mujeres desdichadas no hemos visto, so lamente porque han creído indispensable casarse a todo trance para conseguir un protector que ha si do su tormento y su perdición".

Vocabulario

Ideología; conjunto de ideas acerca de la sociedad y del ser huma no, que orienta las concepciones políticas.

Partido Socialista Revolucionario: primer grupo político de los trabajadores y de los sectores populares en Colombia. Su ideología era marxista.

Revolución social: ideal de transformar profundamente toda la sociedad a partir de ¡deas democráticas

En 1925, empezó a circular el periódico socialista La humanidad, que en una de sus columnas, llamada Femeninas, se invitaba a la mujer a educarse y a vincularse a la revolución social, que luchó por alcanzar mejo res condiciones de vida para todos.

La conquista de los primeros derechos

En la década de 1930, los gobiernos liberales expidieron leyes que reconocieron el derecho a la huelga, al salario mínimo, a la seguridad e higiene para los empleados y reglamenta ron la jornada laboral. En cuanto a los derechos de la mujer, la Ley 28 de 1932 modificó la potestad marital, consagrando la libre administración y disposición de los bienes de cada cónyuge, pero la mujer continuaba bajo el dominio del hombre como persona. Sólo hasta 1974, el decreto 2820 concedió libertad a la mujer respecto al hombre y estableció la igualdad jurídica de los sexos. De otra parte, el decreto 1874 de 1932, estableció las condiciones igualitarias para la educación secundaria de mujeres y hombres y el decreto 227 de 1933 permitió el acceso de las mujeres a la universidad.

En 1944 surgieron varias formas de organización y expresión de las mujeres, como: la Unión Femenina de Colombia, la Alianza Femenina y Agitación Femenina, que trabajaron unidas con el objetivo de conseguir derechos políticos para la mujer, pero no lograron el derecho al sufragio.

En esta época, a nivel internacional, se discutió el tema de los derechos políticos de la mujer. En 1945 en México, y como consecuencia de la Conferencia Interamericana sobre los problemas de guerra y paz, Colombia suscribió la resolución que recomendaba abolir de las legislaciones las discriminaciones sexuales existentes. Así mismo en este año, se expidió la Carta de los Derechos Humanos de Naciones Unidas, donde se declaró la igualdad de derechos de hombres y mujeres.

En 1948 la XI Conferencia Internacional Americana de la OEA, reunida en Bogotá, aprobó las "Convenciones sobre los derechos políticos y algunos civiles de la mujer".

Finalmente, bajo el gobierno de Gustavo Rojas Pinilla. tres mil mujeres, lideradas por Esmeralda Arboleda. Magdalena Feti de Holguín e Isabel Lleras de Ospina, entregaron un memorial para defender los convenios internacionales suscritos por Colombia y que no habían sido convertidos en norma legal. Esta y otras reclamaciones elevadas al gobierno, llevaron a lograr el derecho al voto en 1954.

La protección de los Derechos Humanos de las mujeres

Los Derechos Humanos de las mujeres requieren de organismos que los promocionen y defiendan y de leyes, acuerdos y normas, a través de los cuales se hagan cumplir.

Organismos internacionales, comprometidos con la defensa, divulgación y protección de los derechos de la mujer Fondo de Desarrollo de las Naciones Unidos para la Mujer.

Q Creado en el decenio para lo mujer (19761985) paro financiar actividades innovadoras de desarrollo en beneficio de lo mujer, especialmente en regiones rurales de los paises empobrecidos.

Q Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, PNUD.

Q Fondo de Naciones Unidas para la Infancia, UNICEF.

Q Comité para la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer. Se compone de 23 expertos

Q de diferentes países que previenen las posibles condiciones de discriminación en diferentes países.

Q Comisión de la condición jurídica y social de la mujer. Creada en 1946 para evaluar la condición de la mujer en el mundo y preparar recomendaciones sobre cuestiones que afectan a la mujer.

Q La Comisión Interamericana de Mujeres, CIM. Creado en 1928, es el organismo especializado de la OEA, que ofrece apoyo a los movimientos feministas en las Américas y respalda el reconocimiento de los derechos civiles y políticos de las mujeres.

Acuerdos internacionales que se constituyen en el fundamento de los derechos de la mujer

Q Declaración Universal de los Derechos Humanos, 1948. Determina la igualdad de todos los seres humanos, sin ninguna distinción.

Q Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer, 1979. En esta Convención los gobiernos que la firmaron se comprometieron a asegurar el pleno desarrollo y adelanto de la mujer, para garantizarle el goce de los Derechos Humanos y de las libertades fundamentales en igualdad de condición con el hombre.

Q Declaración de Viena y programa de acción, 1993.

Q Plantea la necesidad de que los gobiernos protejan y promocionen los derechos de la mujer y de la niña, pues contra ellas se cometen violaciones atroces en lodo el mundo.

Q Convención Interamericana para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra la mujer (1994).

Q Programa de Acción de lo Conferencia Internacional sobre población y desarrollo, 1994.

Q Conferencias mundiales sobre la mujer. Son reuniones de los gobiernos y los ciudadanos de los paises que forman parte de la ONU. para evaluar lasituación de la mujer en el mundo y planear programas de acción a favor de ellos. Los más sobresalientes son las realizadas en 1975 en México; en1980 en Copenhague en 1985 en Nairobi y en 1995 en Beijing.

NORMAS QUE CONSAGRAN LOS DERECHOS DE LA MUJER

Q Constitución Política de Colombia de 1991. Sus artículos 2,13, 40, 42 y 43, defienden y garantizan la participación, la libertad, la igualdad, la libertad de matrimonio, la prohibición del maltrato y de cualquier forma de discriminación hacia la mujer.

Q » Ley 51 de 1981. Con esta ley, Colombia suscribió la "Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer"

Q Ley 82 de 1993. Por medio de la cual se expiden normas para apoyar de manera especial a los mujeres cabeza de hogar.

Q Resolución 4050 de 1994. Por la que se prohibe solicitar el examen de embarazo como requisito previo a una vinculación laboral.

Situación actual de la mujer en Colombia

Un gran logro de la sociedad del siglo XX, ha sido comprender que la condición de mujer o de hombre, de niño o de niña, es el resultado de un proceso social e histórico y no solamente biológico o natural. Este ámbito muestra cómo las mujeres en Colombia han contribuido para transformar el concepto de mujer y de sociedad forjando nuevas relaciones y vivencias.

El movimiento social de las mujeres

En Latinoamérica los esfuerzos de las mujeres por alcanzar una condición social digna en el contexto de las sociedades patriarcales, empezaron en el siglo XIX. Los primeros movimientos feministas que persiguieron tal fin, aparecieron en México, Chile, Brasil y Perú. En el siglo XX surgieron otras organizaciones femeninas, que se extendieron también por Argentina y Colombia, con el propósito de alcanzar el derecho al voto, al divorcio y la legalización del aborto.

El período de 1960 a 1990

En Colombia, el movimiento social de las mujeres entre 1960 y 1990, se vio favorecido por aspectos como:

Las dinámicas de modernización que impactaron la cultura y la vida cotidiana y transformaron los roles asignados a los hombres y las mujeres.

La masificación de la educación y el mayor acceso de las mujeres a la primaria, el bachillerato y la universidad.

El uso masivo de medios de comunicación que han transformado la mentalidad y las prácticas culturales.

El desplazamiento de la familia, la escuela, la Iglesia y la comunidad como únicas fuentes de producción de cultura, por los medios masivos de comunicación, los artistas, la industria editorial, la industria cinematográfica, entre otros, los cuales crean y difunden nuevas visiones de mundo.

La influencia de los movimientos sociales y políticos a nivel nacional e internacional, en la toma de conciencia por parte de la sociedad, y de las mujeres en particular, como sujetos de derecho.

Los estudios de género, donde la mujer es un sujeto de investigación para las ciencias sociales. Para 1960 el escenario social de la mujer cambió en diversos aspectos; por ejemplo, en el orden legal, la mujer ganó la posibilidad de ser propietaria; en la educación adquirió la posibilidad de ir a la universidad; en lo político, ganó el derecho al voto y en el espacio laboral, las mujeres ocuparon mayor número de empleos, con lo que contribuyó al aumento del ingreso familiar.

Para la segunda mitad del siglo XX, las mujeres habían traspasado los límites que se le habían impuesto, por lo que pese a sus logros, debieron afrontar el rechazo social, por expresar una idea propia o tomar una decisión, pues estas manifestaciones de autonomía generaban dudas sobre su feminidad y sobre su integridad como esposas y madres, al tiempo que se ponía en duda sus capacidades intelectuales.

Los acontecimientos mundiales de la década de 1960, como la Revolución Cubana; la guerra de Estados Unidos contra Vietnam; el movimiento de Mayo del 68 en Francia; la Revolución Cultural China, pusieron en evidencia, una transformación ideológica que reclamó la existencia de un mundo más amable e igualitario. Y mientras en Estados Unidos, Francia, e Inglaterra se consolidaron varios movimientos feministas, en Colombia en consonancia con este ambiente, varias mujeres conformaron grupos de estudio y de trabajo solidario, alrededor de causas sociales dirigidas a lograr el bienestar de las mujeres, de las comunidades campesinas e indígenas, de grupos infantiles, de la población obrera, y en general, de los sectores sociales marginados.

Entre los años 1970 y 1980 surgieron varios movimientos feministas de mujeres campesinas, universitarias, obreras, que reflexionaron acerca de nuevos retos a conquistar, en el campo de la sexualidad, la salud, la familia, la relación de pareja, la militancia política, el poder y el desarrollo del país. Mientras que en los años 1990 se debatieron temas como la identidad y la autoestima, la calidad de vida, la democracia, los Derechos Humanos, la paz y el desplazamiento forzado.

Los movimientos feministas de los últimos años

Para finales del siglo XX y comienzos del XXI, entre los múltiples movimientos feministas colombianos, se reconocen según la investigadora Olga A. Sánchez, tres tendencias, de acuerdo con los objetivos que persiguen: la feminista, la popular y la política.

Q La tendencia feminista que dedica sus esfuerzos a la búsqueda de las relaciones de equidad entre sexos, o género, en todos los ámbitos de las vivencias humanas.

Q La tendencia popular, que dirige sus acciones a conseguir mejores condiciones de salud, educación y bienestar para la familia y la comunidad.

La tendencia política que busca lograr mayor participación en los partidos políticos, los sindicatos y otras organizaciones, y tener poder de decisión en la vida política.

Los movimientos femeninos agrupados bajo las anteriores orientaciones, tienen gran importancia por su diversidad, pluralidad, y porque han logrado cambios en la manera de pensar, y han beneficiado no sólo a las mujeres colombianas sino a los hombres, los niños, las niñas, la juventud y a los adultos mayores. Los movimientos femeninos han impulsado mejoras en la salud, la educación, la política, la cultura y la economía, además de ser una voz colectiva que critica, defiende los derechos, propone y trabaja por establecer relaciones de igualdad y respeto por las diferencias.

Vocabulario

Equidad: igualdad entre hombres y mujeres, teniendo en cuenta las diferencias, de modo que no quiera uno ser como el otro, sino tener los mismos derechos

Marginados: que no gozando garantías económicas ni sociales para lograr un nivel de vida digno.

Organizaciones de mujeres en Colombia

Q Red Nacional de Mujeres.

Q Red de educación popular entre mujeres, Repem.

Q Red de mujer y habitat.

Q Red colombiana de organizaciones de mujeres rurales.

Q Red colombiana de mujeres por los derechos sexuales y reproductivos

Q Red de mujer y participación política.

Q Red mujeres del suroccidente del país

Q Mesa de trabajo mujeres y economía.

Q Fundación de Apoyo Comunitario, FUNDAC.

las mujeres y el desarrollo

En los últimos años, las mujeres han ganado espacios y reconocimiento de sus derechos, sin embargo, en lo que se refiere a la igualdad y a la democracia, todavía hay mucho por alcanzar, debido a que los recientes modelos de desarrollo (neoliberal entre otros), no han ¡mplementado políticas contundentes que permitan mejorar las condiciones de la mujer en todos los campos.

Una característica de los recientes modelos de desarrollo, es que sus políticas están fundamentalmente orientadas a lograr el crecimiento económico concediendo menor importancia a aspectos como: el cuidado del medio ambiente; la generación de empleo; el acceso y la calidad de los servicios de salud y educación; de tal manera que la atención de los planes de desarrollo, es más precaria, en lo que respecta al desarrollo de políticas en torno al mejora miento de la calidad de vida de la mujer. Según el Informe de Desarrollo Humano PNUD de 1995, "las mujeres constituyen la mitad de la población mundial, trabajan dos tercios de las horas del día, reciben una décima parte del ingreso de la población del mundo, pero poseen una centésima parte de la propiedad".

Un modelo de desarrollo bien enfocado adquiere compromisos con cada miembro de la sociedad, pero a la vez, implica que cada persona participe en la planeación para el desarrollo de su entorno y ejerza control sobre los recursos que se invierten y los beneficios que se obtienen. Otra consideración que debe tenerse en cuenta al momento de diseñar el plan de desarrollo, es la definición de estrategias concretas para promover el progreso de la mujer en aspectos como la cultura, la educación, la salud, la vivienda y el empleo.

En atención a la precaria consideración que han tenido las mujeres en el diseño de los modelos económicos, en La Conferencia de Nairobi, realizada en Kenia en 1985, varios gobiernos elaboraron un programa detallado para el desarrollo de las mujeres. Sin embargo, la Comisión evaluadora de dicho programa descubrió que la situación de las mujeres se había deteriorado, en especial en los países empobrecidos, debido al estancamiento económico; a la contemplar las condiciones de crisis económica; al continuo aumento de la deuda externa; al constante crecimiento de la población y a la reducción de la inversión social de los países.

Realiza el siguiente trabajo máximo 2 paginas

1. ¿Qué entiendes por equidad de sexos o de género?

2. En tu entorno, ¿consideras que existe equidad de género? Argumenta tu respuesta con ejemplos.

3. ¿Cómo una sociedad se beneficia, cuando mujeres y hombres trabajan en equipo y en igualdad de condiciones Indicadores de desempeño Explico en qué consiste lo equidad de género.

Obstáculos para el progreso de la mujer

El análisis de la situación social de la mujer en Colombia, lleva a concluir en términos generales, que la mujer enfrenta aún obstáculos que impiden el ejercicio de una efectiva ciudadanía en el marco de un Estado social y democrático de Derecho.

En Colombia, existen diferencias en las oportunidades y los logros de las mujeres. Se destaca que las mujeres negras, indígenas y campesinas, de diferentes edades, enfrentan restricciones más fuertes que las demás para la plena realización de sus derechos. Pero también se reconoce que las mujeres que acceden a la educación superior sufren las consecuencias de la discriminación. El análisis de los siguientes indicadores del DAÑE para 1994 pone en evidencia la desventajosa situación de las mujeres en Colombia.

La pobreza

Las mujeres representan el 54.8% de la población pobre del país, de las cuales el 25% son jefas de hogar, tienen las más altas tasas de analfabetismo y desempleo y reciben menor remuneración salarial que los hombres. La pobreza en Colombia tiene su origen en la situación de alto conflicto en que se encuentra envuelto el país. El homicidio aumenta a la vez que crecen los gastos dirigidos a combatir las acciones delictivas. La sociedad civil es la más afectada y dentro de ella los sectores populares, principalmente los campesinos que son desalojados de sus tierras y condenados a acrecentar los cinturones de miseria urbana.

El desempleo y los bajos ingresos

El desempleo de las mujeres es superior al de los hombres. Sin embargo en la actualidad se registra un leve crecimiento del empleo femenino, debido a la expansión del sector de servicios, que incorpora mujeres a las actividades informales y a través de agencias de contratación temporal. Otra razón que explica el crecimiento del empleo femenino, es que los empleadores prefieren con tratar mujeres, por su menor inclinación a la sindicalización y por su disposición a aceptar menores salarios por un trabajo igual al que realizan los hombres.

La discriminación contra la mujer también se manifiesta en el hecho de que el 58.25% de la mano de obra desempleada y con educación superior en Bogotá, Medellín, Cali, Barran quilla y Bucaramanga, lo constituyen las mujeres. Adicional mente, las mujeres con educación universitaria devengan casi un tercio menos del salario que ganan los hombres con igual nivel de educación.

A nivel rural, las condiciones de violencia han provoca do que hombres y mujeres queden sin trabajo y que las mujeres campesinas sólo puedan emplearse para realizar oficios domésticos por los que perciben una baja remuneración.

El 35% de las mujeres en el campo se desempeñan como ayudantes en diferentes labores domésticas o agrícolas, a cambio de vivienda y alimentación, por lo que no perciben remuneración, y las que consiguen empleo temporal perciben apenas un 50% del ingreso de los hombres que realizan el mismo trabajo.

Vocabulario

Deuda externa: conjunio de préstamos que el Banco Mundial lo ha hecho a los países del mundo, entre ellos o Colombia para financiar sus planes de desarrollo. La adquisición del préstamo genera compromisos políticos además de compromisos económicos.

Modelo de desarrollo: conjunto de estrategias económicas, políticas, sociales y culturales que implemento el gobierno de un país para lograr beneficios a favor de la población.

Inequidad en la educación y la cultura

Aunque el analfabetismo de la población colombiana ha disminuido durante los últimos años, el analfabetismo fe menino continúa siendo superior al masculino. A nivel rural existe ventaja en favor de las mujeres, seguramente por el mayor costo que significa la educación de los hijos varones, puesto que es más productivo para las familias campesinas, que sus hijos hombres dediquen la mayor parte de su tiempo al trabajo rural. Por el contrario, en las ciudades, se privilegia la educación básica para los hombres.

En lo que respecta a la educación básica, en todo el país, hay más mujeres matriculadas que hombres; pero existe una enorme diferencia en cuanto a calidad educativa, pues mientras que el 60% de los planteles masculinos logran un alto rendimiento en los exámenes del lcfes; sólo el 16.8% de los planteles femeninos, alcanzan ese mismo nivel. En el caso de la educación superior, en la actualidad, hay equidad en el número de mujeres y hombres matriculados.

Riesgos en la salud

Aunque el promedio de vida de las mujeres es más alto que el de los hombres, esto no implica necesariamente que gocen de mejores condiciones de salud. Las inequldades en tre hombres y mujeres en el campo de la salud, tienen que ver principalmente con enfermedades y muertes evitables.

Las estadísticas señalan que entre el primero y cuarto año de vida, existe una mayor mortalidad de niñas que de niños, atribuible a que las primeras sufren deficiencias nutricionales más graves.

En las comunidades indígenas y campesinas se privilegia la educación femenina, pero el índice de analfabetismo es el más alto del país.

En los casos de mortalidad relacionada con el embarazo y con el alumbramiento, aunque los índices han disminuído, la falta de atención médica en el período prenatal, especialmente en el campo y el aborto, son las principales causas de muerte entre las mujeres embarazadas y se calcula que ocurren cuatro abortos por cada diez nacidos, especialmente, entre mujeres adolescentes.

Otro problema que afecta a las mujeres colombianas y la infancia, es el riesgo de contraer enfermedades de alto riesgo, como el SIDA. Para 1986, en Colombia se detecto una mujer infectada por cada 47 hombres portadores de VIHSIDA. En 1996 esta relación se incrementó a una mujer por cada siete hombres, lo que incide en el número de casos de SIDA infantil, ya que de 91 casos detectados, en la misma época, 71 ocurrieron por transmisión de la madre.

LA MUJER Y SU PARTICIPACIÓN EN LA CONSTRUCCIÓN DE LA SOCIEDAD COLOMBIANA

En la historia de la humanidad, la presencia de la mujer, generalmente, ha pasado inadvertida, tanto que en el registro de hechos sobresalientes, los nombres femeninos son muy escasos. La idea que ha predomina do, en la mayoría de las culturas y en las diferentes épocas, es que los acontecimientos importantes los han producido los hombres, y de hecho, también la historia la han escrito los hombres. Sólo desde hace poco tiempo, las mujeres han sido reconocidas como heroínas, pensadoras, descubridoras y luchadoras, que participado tanto como el hombre construcción del mundo.

Este ámbito presenta un breve recorrido por distintas épocas de la historia colombiana y permite descubrir y comprender el rol de la mujer en la vida social política, económica y cultural del país.

Las mujeres en la sociedad precolombina

En las sociedades precolombinas, las mujeres ocuparon un lugar central en la explicación del mundo, en la estructuración de la familia y de la comunidad, en la vida religiosa, en las labores de cultivo, y en todos los aspectos relativos a la organización de la sociedad. En estas comunidades, la mujer fue el centro del nacimiento de la cultura, lo femenino estuvo asociado al secreto de la fertilidad, al culto mágico, a la organización de la familia y a las artes. Las representaciones que hicieron diferentes culturas acerca de la madre tierra y de la luna, simbolizaron la presencia y la importancia de la mujer.

En las comunidades precolombinas, las mujeres se preparaban desde la infancia para las labores de siembra y recolección, la preparación de alimentos, la textilería. La cerámica y para las ceremonias sagradas.

Un ejemplo de la importancia de la mujer en las comunidades precolombinas, se aprecia en la cosmogonía muisca, donde la creación del Universo y el poblamiento de la Tierra, se explica por la presencia de la diosa madre Bachué. En esta cultura, también existió la diosa lunar Chía, símbolo de la vida placentera, de los juegos y de los bailes.

La mujer muisca gozó de gran prestigio al atribuírsele el don de la fertilidad, por lo que fue la encargada de realizar la siembra de las semillas; preparar la chicha y ejecutar los cantos rituales. La legislación muisca protegía a la mujer de cualquier ataque a su integridad física y además recibía un trato especial durante el embarazo, en los primeros años de maternidad y en caso de viudez.

La mayoría de las culturas indígenas que tuvieron jefatura femenina y condiciones igualitarias entre hombres y mujeres entraron en un proceso de transformación en el que el liderazgo masculino, en función de la defensa del territorio condujo, a la pérdida de la autoridad femenina.

Las mujeres en la sociedad hispánica

España heredó la visión cristiana patriarcal y monoteísta europea, que le otorgó a la mujer el papel de virgen, de madre o de pecadora. Esa mentalidad llegó a América en el siglo XV y transformó la concepción y el papel de la mujer en la nueva sociedad colonial.

El primer contacto entre los conquistadores y las mujeres indígenas, se efectuó en las Antillas, durante el primer viaje de Cristóbal Colón. Los hombres se maravillaron frente a la hermosura de las y los nativos, pero se escandalizaron por su desnudez.

Los españoles tomaron a las mujeres como parte del botín; así arrebataron por la fuerza a los indígenas, sus hijas y esposas.

Para el siglo XVI, las mujeres de la sociedad colonial, se agruparon en diferentes clases sociales: las españolas y criollas, es decir las blancas, tenían prestigio y un relativo poder; luego seguían las mestizas, que eran discriminadas por tener sangre indígena; luego estaban las indígenas que carecían de derechos y de dinero, y por último, se encontraban las negras, en su condición de esclavas y sirvientas. Durante la época de la Colonia, las mujeres, en general, estuvieron sometidas a la autoridad masculina y gozaron de pocos derechos y libertades.

Las mujeres en la Independencia

A finales del siglo XVI11 y comienzos del siglo XIX, en el continente americano las colonias se rebelaron contra los países europeos que las mantenían dominadas y se produjeron las guerras de independencia. En este proceso, generalmente se menciona a los proceres y libertadores; pero también es importante mencionar la participación de las mujeres de manera indirecta o directa, según su grado de acuerdo o desacuerdo con el gobierno español y según la cercanía que a través de sus familiares tenían con la causa de la independencia. Debido a la estructura patriarcal, que negaba a las mujeres cualquier participación en los espacios públicos y más aún en los espacios políticos, reservados para los hombres, ellas no conformaron, ni fueron parte de ningún movimiento político; sin embargo, se involucraron en el proceso de independencia por las circunstancias que las rodeaban y, de alguna manera, construyeron una conciencia social y política.

Según los investigadores, una de las formas como las mujeres contribuyeron a la Independencia fue desde sus posibilidades como amas de casa, esposas, hijas, parientes o amigas de líderes. Desde allí, ellas, de manera solidaria, contribuyeron a la realización de reuniones secretas o tertulias clandestinas, o a esconder y hospedar personajes claves para el desarrollo de la revolución.

Aunque las mujeres de la Nueva Granada concurrían a reuniones, eran poco consultadas y muchas desconocían los verdaderos propósitos revolucionarios. Un caso especial fue el de Juana Antonia Padrón Montilla. la madre de Mariano y Tomás Carrasquilla.

Ella hizo parte de los planes de los conspiradores, asistió a reuniones en la casa de Simón Bolívar y aportó con sus ideas al éxito de la expedición revolucionaria. Se destacó por su coraje y su inteligencia.

En la época de la Independencia, en Santafé, Francisca Prieto y Ricaurte, la esposa de Camilo Torres, fue una entusiasta seguidora de la lucha contra la dominación española; organizó y asistió a reuniones secretas en las que se discutían los planes revolucionarios. En las tertulias y fiestas que ella organizó, se planearon los acontecimientos del 20 de julio de 1810.

Aunque las mujeres de la Nueva Granada concurrían a reuniones, pocas eran consultadas y pocas conocían los verdaderos planes revolucionarios. Juana Antonia Padrón Montilla, la madre de Mariano y Tomás Carrasquilla, fue la excepción.

Ella se involucró desde el principio en las maquinaciones de los conspiradores. A partir de 1808. Asistió a reuniones en la casa de Simón Bolívar y sus consejos contribuyeron al éxito de la expedición revolucionaria hasta su muerte en 1814.

Las mujeres del 20 de julio

El 20 de julio de 1810, los habitantes de Santafé, llenaron la plaza principal exigiendo la formación de un cabildo abierto. Entre la muchedumbre se encontraban mujeres "revendedoras" que despreciaban a la esposa del virrey Amar y Borbón; ya que ella se enriqueció al controlar el monopolio de varios almacenes, el mercado de la ciudad y los restaurantes baratos, de modo que arruinó a varios comerciantes y a pequeñas empresas. Por ello gozó de la antipatía de las clases menos favorecidas. De la misma manera, mujeres de alcurnia como Petronila Nava, Hevia Serrano de García, Gabriela Barriga, Carmen Rodríguez y Eusebia Caicedo, protestaban en la plaza exigiendo al Virrey la aceptación de las demandas revolucionarias. Mujeres y hombres en grupos de protesta hicieron sentir su rechazo frente a los abusos económicos y políticos del gobierno español.

Las mujeres y la reconquista española

Entre 1816 y 1819, durante la reconquista española, algunas mujeres de la Nueva Granada disfrazadas de soldados, combatieron al ejército realista. Este fenómeno también se dio en Venezuela y Quito. Frente a estas muestras de valentía, son conocidas las palabras de Simón Bolívar frente a su ejercito libertador, en la batalla de Trujillo:"... hasta el bello sexo, las delicias del género humano, nuestras amazonas han combatido contra los tiranos de San Carlos, con un valor divino (...)".

Por su participación en las insurrecciones de la Independencia, incontables mujeres de la Nueva Granada fueron acusadas, enjuiciadas y hasta fusiladas.

Mercedes Loaiza. por ejemplo, fue asesinada en 1917, por negarse a denunciar a un patriota y otras fueron implicadas en complots por facilitar la fuga de prisioneros patriotas. De hecho, las primeras mártires reconocidas en el movimiento de la independencia en la Nueva Granada, en 1812, fueron: Luisa Góngora, Domitila Sarasti, Andrea Velasco y Dominga Burbano, de la ciudad de Pasto, quienes vestidas de hombres, entraron a la cárcel del pueblo con la intención de liberar al presidente de la provincia de Popayán, Joaquín Caicedo y Cuero. Infortunadamente el carcelero se enteró del plan y las mujeres fueron sorprendidas en el acto, encarceladas y fusiladas.

En el período de la reconquista, Policarpa Salavarrieta. heroína de Colombia, compartió con su familia el espíritu patriota y realizó una intensa labor política en Guaduas y Santafé, participó en labores de espionaje, entrega de correspondencia secreta y compra de material de guerra, por lo que fue condenada a muerte, bajo el régimen del terror impuesto por Juan de Sámano. Otras mujeres que trataron de convencer a los soldados del ejército realista de desertar y pasarse a la causa patriota, también fueron fusiladas.

Las mujeres en las luchas finales por la libertad

En las luchas definitivas por la Independencia, varias mujeres de destacada posición social formaron parte del ejército libertador, por lo cual eran llamadas Juanas, cholas o seguidoras de campamento. Los registros revelan que en la batalla de Boyacá en 1819 combatieron Evangelista Tamayo, quien tuvo el rango de capitán, Teresa Cornejo, Manuela Tinoco y Rosa Canelones.

Las mujeres comprometidas con la causa libertadora entregaron dinero, caballos, esclavos y joyas como contribución a las batallas; combatieron en los enfrentamientos; atendieron y cuidaron las tropas; hicieron trabajos de espías, mensajeras e informantes e incluso cargaron las armas durante los extenuantes viajes de campaña y hasta sepultaron a los combatientes caídos en el frente de batalla. En 1819, 49 mujeres proporcionaron ropa y pagaron el entrenamiento militar a 100 hombres, mientras en Tunja, las mujeres cosieron 3.000 chaquetas para el ejército libertador.

Pintura que representa el fusilamiento de Antonia Santos. Fue fusilada el 28 de julio de 1819 en el Socorro, por su participación en las luchas de independencia.

Vocabulario

Conciencia social y política: se refiere al conocimiento ligado al compromiso frente a las necesidades y situación que atraviesa un pueblo o un sector social.

Conspiradores: personas que se reunían para actuar en contra del gobierno español.

Gobierno monárquico: forma de gobierno en que la autoridad y el poder se concentra en el rey.

Realistas: personas que defendían la monarquía española y sus colonias.

Tertulias: reuniones informales y amenos don de se discutían temas relevantes y de actualidad.

Otro aspecto importante de mencionar fue el empeño de las mujeres para rescatar a sus seres queridos de la cárcel o para evitar que fueran llevados ajuicio por participar en el movimiento de independencia. Peticiones, cartas, audiencias y diversos mecanismos de presión, fueron utilizados por las mujeres frente a las autoridades españolas, para lograr el perdón y la liberación de sus hijos y esposos.

Finalmente, se debe señalar que, mientras muchas mujeres apoyaron la independencia, una minoría de criollas y españolas se sumaron a la causa de preservar la Colonia.

La idea de lealtad al rey, la preferencia por un gobierno monárquico, y las garantías sociales y económicas que no querían perder, fueron la causa de su elección. Por tales hechos de lealtad el rey las condecoró.

Pintura de Policarpa Salavarrieta. Fusilada por los pacificadores españoles en Bogotá, el 14 de noviembre de 1877.

La mujer en la sociedad republicana en el siglo XIX

Después de la Independencia de la Nueva Granada, cuando se constituyó la República, se mantuvo la diferenciación social heredada desde la Colonia, tanto en el orden político, como en el económico y en el cultural y a pesar de la participación femenina, en los movimientos de independencia, la situación de inferioridad de la mujer respecto al hombre, en nada cambió. Afirma la Investigadora Nohema Hernández que

"La mujer era considerada como un objeto, bien sagrado o bien de placer.

En el primer caso, el modelo impuesto era el de virgenmadre, en virtud del cual podía acceder a la vida religiosa,en cuyo caso quedaba bajo la tutela de la comunidad en calidad de esposa de Cristo y madre espiritual. La otra al ternativa que se ofrecía a la mujer erael matrimonio...".

En cualquier caso, para todas las mujeres, desde que se nacía se estaba bajo el dominio ya sea del padre, de la Iglesia o del esposo, quienes disponían de los bienes y decidían sobre la vida de las mujeres.

Vocabulario:

Concordato: contrato entre el Estado colombiano y la Iglesia católica por el cual ésta asume el control y orientación de la educación y la moral social en Colombia.

Patria potestad: autoridad del padre y/o la madre sobre ¡os hijos meno res no Independientes.

Regeneración: proyecto político conservador, que desarrolló el gobierno del presidente Rafael Núñez entre 1884 y 1886, que veía al país en caos por las ideas liberales y proponía rehacerlo, volviendo a la cristiandad y la obediencia.

Carolina Samper Acosta. Óleo de Domingo Gutiérrez Acosta. Las mujeres colombianas del siglo XIX, estaban sometidas a la autoridad del padre, del esposo o de los hermanos y no podían tomar decisiones por cuenta propia.


Uno de los principales intereses de los gobernantes criollos en las primeras décadas de la República fue elaborar Constituciones para regir el destino del país. Una manifestación clara de la situación de sumisión e in visibilidad de las mujeres, la constituye el hecho de no haber sido tenidas en cuenta como ciudadanas en las diferentes Constituciones promulgadas desde la Independencia. Incluso, en la Carta Política de 1843. se hacía explícito que la ciudadanía era para los granadinos varones, por lo que las mujeres debieron esperar hasta el plebiscito de 1957, es decir, más de un siglo, para obtener su reconocimiento político mediante derecho al voto.

En el siglo XIX, se expresaron tanto las ideas liberales que propugnaban por las libertades públicas y privadas, el ascenso social, el Estado de derecho; como también se expusieron las ideas conservadoras, que se identificaban en el deseo de mantener la independencia, pero restringían las libertades y expresaban el deseo de mantener un orden social similar al de la época Colonial. Se generaron movimientos sociales con los idearios revolucionarios europeos y se inició una transmisión de esas ideas hacia los sectores populares, que demandaron mayor participación en el Estado y mejoramiento de sus condiciones de vida. Sin embargo, en lo que respecta a la situación de la mujer, no hubo pronunciamiento alguno.

El matrimonio y la familia

Las diferentes tendencias políticas, liberales o conservadoras propugnaban por un modelo de nación y un orden social determinado, en los cuales:

la Iglesia católica tenía menor o mayor injerencia en la vida pública y privada de las personas, dependiendo de la Constitución que se aprobara. Es así como durante la vigencia de Constitución laica de 1863, se adopta la independencia del Estado respecto de la Iglesia. Por esta razón, cada Estado federado estuvo en libertad permitir que los hombres y las mujeres pudieran acceder legítimamente al matrimonio católico o al civil.

En el régimen conservador de la Regeneración, cuyo proyecto político estuvo basado en la moralización de la vida pública y privada, el Estado le devolvió a la Iglesia católica el control social a través del Concordato. Mediante este contrato se intervinieron instituciones como la familia, con lo que se privilegió a los hombres para anular su matrimonio civil y contraer matrimonio por la Iglesia católica con otra mujer, según la Ley 30 de 1888, pues la Iglesia consideraba el matrimonio civil un pecado gravísimo, similar al concubinato.

También se adaptó el Código Civil eliminando de éste todo aquello que favorecía a las mujeres con lo cual quedaron absolutamente sometidas a los hombres, como el padre, los hermanos o el esposo, quienes eran fuente de toda autoridad.

Al padre se le tenía conferida la patria potestad, por lo que los hijos e hijas debían someterse a su autoridad y decisiones. Del padre dependía la decisión sobre sus matrimonios, sobre lo que deberían aprender, sobre el uso de su tiempo y los lugares y personas con quien podían relacionarse.

Como madre, la mujer sería la figura fundamental para la consolidación de la moralización, pues era la encargada de educar en las buenas costumbres a los hijos y conservar el hogar con su paciencia y dedicación.

La mujer debía sumisión y obediencia a su padre y si contraía matrimonio, pasaba a depender de la autoridad de su esposo, por lo que sus derechos eran comparables a los de un menor de edad, en cuanto carecía de todo poder de decisión.

La ley le otorgaba al marido la potestad, es decir, el derecho sobre la persona y bienes de la mujer; además, podía conocer la correspondencia de la esposa, prohibirle frecuentar sitios o tener amistades. Si la mujer trabajaba, lo hacía con el permiso del marido y todo lo que ganaba él lo administraba.

Otra práctica de control sobre la mujer casada, fue la obligación de usar el "de", tomando el apellido del marido como signo de propiedad, lo cual estuvo vigente entre 1939 y 1970.

A la mujer soltera mayor de edad, la ley le permitía contraer obligaciones civiles, tener propiedades y manejar asuntos económicos. Sin embargo, en la práctica, le era difícil ejercer estos derechos, pues por el peso de la cultura patriarcal, se juzgaba mal el ejercicio de la autonomía en las mujeres.

Moral y conducta

La decencia, el control de las pasiones, la virtud y el honor, fueron los principales valores morales católicos que orientaron el comportamiento y las relaciones de las mujeres y los hombres en el siglo XIX y buena parte del siglo XX; no obstante, cada clase social, asumía estos preceptos de manera distinta.

La castidad era uno de los valores que la mujer debía guardar hasta el matrimonio. En la vida matrimonial, las relaciones sexuales, estaban supeditadas al exclusivo deseo del marido y debían confluir en la concepción de hijos que serían los herederos del patrimonio familiar y garantizaban la perpetuación del apellido paterno, como signo de tradición y linaje.

En cambio, para los hombres la sexualidad no estaba regularizada y era visto como necesario y natural que tuvieran relaciones previas y extramatrimoniales.

Candidatas al reinado de belleza en Ipíales en 1930. Los principios morales de esta época eran muy rígidos y estaban orientados principalmente por preceptos religiosos.


En las clases de menor prestancia, por lo general, el matrimonio estaba precedido por un tiempo de convivencia, quizá como una práctica cultural conservada de algunos pueblos indígenas. Esta práctica era calificada por la Iglesia católica como amancebamiento y pecado.

El control y la normatización sobre el cuerpo de la mujer era tal, que frecuentemente se daba instrucción a las mujeres respecto al comportamiento ideal en la calle, en la Iglesia, en las visitas, en las celebraciones, en los centros educativos y en el hogar. Además, existía un estricto control sobre el vestido, la postura y hasta el contenido y la forma de sus conversaciones. La falta de libertad de las mujeres también se evidenció en su manera de vestir, pues debían seguir las orientaciones de la sociedad y de la Iglesia. En 1930, el Vaticano expidió una reglamentación para que todos los obispos del mundo influyeran sobre las modas femeninas. El argumento expuesto para tal fin era el de impedir los daños que causa "el indecoroso modo de vestir, que tanto iba cundiendo entre las mujeres".

La educación

La educación para las mujeres ha sido impartida y regla mentada por la familia, los conventos, las escuelas, los colegios y los medios de comunicación. Para finales del siglo XIX y principios del siglo XX y de acuerdo con las políticas de los gobiernos conservadores, se concibió la educación femenina, como la necesidad de instruir en asuntos "propios" de mujeres como el cuidado de la casa, la alimentación, la salud, la higiene y otros conocimientos básicos de lectura, escritura y matemáticas, a lo que se denominó enseñanza elemental.

En esta época, la educación masculina y la femenina eran muy diferentes, puesto que a excepción de casos particulares, a los hombres se les educaba en ciencias y artes, mientras que las mujeres recibían educación para ser buenas madres y esposas. Así, las materias de enseñanza femenina incluían lectura, escritura, religión, moral, urbanidad y bordados. Las mujeres de clases altas que podían acceder a una educación más completa, estudiaban gramática, francés, aritmética, música y economía doméstica.

En 1903 se dictó la Ley 39 de reforma educativa, que introdujo la orientación industrial en la primaria y secundaria pero sólo para hombres. Las mujeres que quisieran prepararse mejor tenían que hacerlo por sí mismas y resistir las críticas sociales por ello.

Estudiantes de la Escuela Mormal de Señoritas de Medellín, 1912. La enseñaza fue una de las pocas actividades laborales en las que se permitía la participación de la mujer en los Inicios del siglo pasado.


Las instituciones escolares femeninas estuvieron dirigidas por mujeres, ya fueran señoras virtuosas, superioras de convento o sencillamente, maestras. En 1927 se inauguró el Instituto Pedagógico Nacional, para señoritas, destinado a la formación de maestras de educación primaria, educación normal y para la formación de inspectoras de educación. Es te Instituto reemplazó a la Escuela Normal de Bogotá.

En 1933, el gobierno de Enrique Olaya Herrera, mediante los decretos 1874 de 1932 y 227 de 1933, permitió que mujeres y hombres recibieran el mismo tipo de educación en el bachillerato, y que las mujeres tuvieran acceso a la universidad. La primera mujer colombiana universitaria fue una odontóloga graduada en la Universidad de Antioquia en1937.

Desde los años de 1920 se empezó a hacer visible el desarrollo económico del país, basado en la transformación de materias primas, la producción y el comercio, al tiempo que surgieron nuevas oficinas del Estado. Las distintas actividades económicas requirieron de mujeres capacitadas para desempeñar variados oficios y, aunque por esa época más del 50% de la población femenina de Colombia era analfabeta, numerosas mujeres de clase media, buscaron capacitarse en áreas como contabilidad, comercio, secretariado y distintas labores de oficina.

En 1936 se fundó en Medellín, el Instituto Central Femenino, que tenía como propósito, ofrecer a las mujeres una educación igual a la que recibían los hombres, pero al mismo tiempo, los conservadores y la Iglesia crearon la Es cuela Normal de Señoritas y dirigieron fuertes ataques contra el Instituto Central Femenino, acusado de poner en peligro la moral cristiana y la virtud. Por esta razón, la rectora renunció y como ninguna mujer colombiana por su desempeño en este cargo, estaba dispuesta a enfrentar los ataques, el gobierno tuvo que contratar a una educadora española, que recibió el apoyo de las alumnas.

El trabajo

La mentalidad predominante durante la mayor parte de la historia frente a la mujer ha desconocido su trabajo como un aporte a las dinámicas económicas familiares o empresariales. Hasta el momento actual muchas mujeres en Colombia deben asumir eltrabajo del hogar o trabajo doméstico, sin obtener por ello reconocimiento, protección o remuneración. Se trata de una pauta de socialización propia de nuestra estructura social patriarcal.

Desde finales del siglo XIX y principios del XX, las actividades de las mujeres estaban claramente diferenciadas por su clase social. Las mujeres de clase alta debían dirigir las actividades del hogar y velar por su cumplimiento. En las clases menos favorecidas y en el campo, el cuidado de la casa, la preparación de los alimentos, el aseo, la elaboración de vestuario, la atención de los hijos y de los abuelos, así como el cuidado de los cultivos y de los animales de criadero, fueron trabajos exclusivos de las mujeres. Tanto en aquella época como en la actualidad, a estas labores, no se les ha otorgado el reconocimiento de verdadero trabajo, aunque en muchas ocasiones constituye la principal fuente de ingresos para el grupo familiar.

Con el desarrollo industrial del país, aparecieron las primeras mujeres obreras que se ocuparon, entre otras labores, del procesamiento de aliños o la confección de vestuario; también fueron contrata das en las trilladoras, en las fábricas de tejidos y de cigarrillos. Se pagaba menos de la mitad a las mujeres que a los hombres y, por supuesto, muchas fábricas preferían esa mano de obra tan barata.

En la historia de la humanidad, la presencia de la mujer, generalmente, ha pasado inadvertida, tanto que en el registro de hechos sobresalientes, los nombres femeninos son muy escasos. La idea que ha predomina do, en la mayoría de las culturas y en las diferentes épocas, es que los acontecimientos importantes los han producido los hombres, y de hecho, también la historia la han escrito los hombres. Sólo desde hace poco tiempo, las mujeres han sido reconocidas como heroínas, pensadoras, descubridoras y luchadoras, que participado tanto como el hombre construcción del mundo.

Este ámbito presenta un breve recorrido por distintas épocas de la historia colombiana y permite descubrir y comprender el rol de la mujer en la vida social política, económica y cultural del país.

Las mujeres en la sociedad precolombina

En las sociedades precolombinas, las mujeres ocuparon un lugar central en la explicación del mundo, en la estructuración de la familia y de la comunidad, en la vida religiosa, en las labores de cultivo, y en todos los aspectos relativos a la organización de la sociedad. En estas comunidades, la mujer fue el centro del nacimiento de la cultura, lo femenino estuvo asociado al secreto de la fertilidad, al culto mágico, a la organización de la familia y a las artes. Las representaciones que hicieron diferentes culturas acerca de la madre tierra y de la luna, simbolizaron la presencia y la importancia de la mujer.

En las comunidades precolombinas, las mujeres se preparaban desde la infancia para las labores de siembra y recolección, la preparación de alimentos, la textilería. La cerámica y para las ceremonias sagradas.

Un ejemplo de la importancia de la mujer en las comunidades precolombinas, se aprecia en la cosmogonía muisca, donde la creación del Universo y el poblamiento de la Tierra, se explica por la presencia de la diosa madre Bachué. En esta cultura, también existió la diosa lunar Chía, símbolo de la vida placentera, de los juegos y de los bailes.

La mujer muisca gozó de gran prestigio al atribuírsele el don de la fertilidad, por lo que fue la encargada de realizar la siembra de las semillas; preparar la chicha y ejecutar los cantos rituales. La legislación muisca protegía a la mujer de cualquier ataque a su integridad física y además recibía un trato especial durante el embarazo, en los primeros años de maternidad y en caso de viudez.

La mayoría de las culturas indígenas que tuvieron jefatura femenina y condiciones igualitarias entre hombres y mujeres entraron en un proceso de transformación en el que el liderazgo masculino, en función de la defensa del territorio condujo, a la pérdida de la autoridad femenina.

Las mujeres en la sociedad hispánica

España heredó la visión cristiana patriarcal y monoteísta europea, que le otorgó a la mujer el papel de virgen, de madre o de pecadora. Esa mentalidad llegó a América en el siglo XV y transformó la concepción y el papel de la mujer en la nueva sociedad colonial.

El primer contacto entre los conquistadores y las mujeres indígenas, se efectuó en las Antillas, durante el primer viaje de Cristóbal Colón. Los hombres se maravillaron frente a la hermosura de las y los nativos, pero se escandalizaron por su desnudez.

Los españoles tomaron a las mujeres como parte del botín; así arrebataron por la fuerza a los indígenas, sus hijas y esposas.

Para el siglo XVI, las mujeres de la sociedad colonial, se agruparon en diferentes clases sociales: las españolas y criollas, es decir las blancas, tenían prestigio y un relativo poder; luego seguían las mestizas, que eran discriminadas por tener sangre indígena; luego estaban las indígenas que carecían de derechos y de dinero, y por último, se encontraban las negras, en su condición de esclavas y sirvientas. Durante la época de la Colonia, las mujeres, en general, estuvieron sometidas a la autoridad masculina y gozaron de pocos derechos y libertades.

Las mujeres en la Independencia

A finales del siglo XVI11 y comienzos del siglo XIX, en el continente americano las colonias se rebelaron contra los países europeos que las mantenían dominadas y se produjeron las guerras de independencia. En este proceso, generalmente se menciona a los proceres y libertadores; pero también es importante mencionar la participación de las mujeres de manera indirecta o directa, según su grado de acuerdo o desacuerdo con el gobierno español y según la cercanía que a través de sus familiares tenían con la causa de la independencia. Debido a la estructura patriarcal, que negaba a las mujeres cualquier participación en los espacios públicos y más aún en los espacios políticos, reservados para los hombres, ellas no conformaron, ni fueron parte de ningún movimiento político; sin embargo, se involucraron en el proceso de independencia por las circunstancias que las rodeaban y, de alguna manera, construyeron una conciencia social y política.

Según los investigadores, una de las formas como las mujeres contribuyeron a la Independencia fue desde sus posibilidades como amas de casa, esposas, hijas, parientes o amigas de líderes. Desde allí, ellas, de manera solidaria, contribuyeron a la realización de reuniones secretas o tertulias clandestinas, o a esconder y hospedar personajes claves para el desarrollo de la revolución.

Aunque las mujeres de la Nueva Granada concurrían a reuniones, eran poco consultadas y muchas desconocían los verdaderos propósitos revolucionarios. Un caso especial fue el de Juana Antonia Padrón Montilla. la madre de Mariano y Tomás Carrasquilla.

Ella hizo parte de los planes de los conspiradores, asistió a reuniones en la casa de Simón Bolívar y aportó con sus ideas al éxito de la expedición revolucionaria. Se destacó por su coraje y su inteligencia.

En la época de la Independencia, en Santafé, Francisca Prieto y Ricaurte, la esposa de Camilo Torres, fue una entusiasta seguidora de la lucha contra la dominación española; organizó y asistió a reuniones secretas en las que se discutían los planes revolucionarios. En las tertulias y fiestas que ella organizó, se planearon los acontecimientos del 20 de julio de 1810.

Aunque las mujeres de la Nueva Granada concurrían a reuniones, pocas eran consultadas y pocas conocían los verdaderos planes revolucionarios. Juana Antonia Padrón Montilla, la madre de Mariano y Tomás Carrasquilla, fue la excepción.

Ella se involucró desde el principio en las maquinaciones de los conspiradores. A partir de 1808. Asistió a reuniones en la casa de Simón Bolívar y sus consejos contribuyeron al éxito de la expedición revolucionaria hasta su muerte en 1814.

Las mujeres del 20 de julio

El 20 de julio de 1810, los habitantes de Santafé, llenaron la plaza principal exigiendo la formación de un cabildo abierto. Entre la muchedumbre se encontraban mujeres "revendedoras" que despreciaban a la esposa del virrey Amar y Borbón; ya que ella se enriqueció al controlar el monopolio de varios almacenes, el mercado de la ciudad y los restaurantes baratos, de modo que arruinó a varios comerciantes y a pequeñas empresas. Por ello gozó de la antipatía de las clases menos favorecidas. De la misma manera, mujeres de alcurnia como Petronila Nava, Hevia Serrano de García, Gabriela Barriga, Carmen Rodríguez y Eusebia Caicedo, protestaban en la plaza exigiendo al Virrey la aceptación de las demandas revolucionarias. Mujeres y hombres en grupos de protesta hicieron sentir su rechazo frente a los abusos económicos y políticos del gobierno español.

Las mujeres y la reconquista española

Entre 1816 y 1819, durante la reconquista española, algunas mujeres de la Nueva Granada disfrazadas de soldados, combatieron al ejército realista. Este fenómeno también se dio en Venezuela y Quito. Frente a estas muestras de valentía, son conocidas las palabras de Simón Bolívar frente a su ejercito libertador, en la batalla de Trujillo:"... hasta el bello sexo, las delicias del género humano, nuestras amazonas han combatido contra los tiranos de San Carlos, con un valor divino (...)".

Por su participación en las insurrecciones de la Independencia, incontables mujeres de la Nueva Granada fueron acusadas, enjuiciadas y hasta fusiladas.

Mercedes Loaiza. por ejemplo, fue asesinada en 1917, por negarse a denunciar a un patriota y otras fueron implicadas en complots por facilitar la fuga de prisioneros patriotas. De hecho, las primeras mártires reconocidas en el movimiento de la independencia en la Nueva Granada, en 1812, fueron: Luisa Góngora, Domitila Sarasti, Andrea Velasco y Dominga Burbano, de la ciudad de Pasto, quienes vestidas de hombres, entraron a la cárcel del pueblo con la intención de liberar al presidente de la provincia de Popayán, Joaquín Caicedo y Cuero. Infortunadamente el carcelero se enteró del plan y las mujeres fueron sorprendidas en el acto, encarceladas y fusiladas.

En el período de la reconquista, Policarpa Salavarrieta. heroína de Colombia, compartió con su familia el espíritu patriota y realizó una intensa labor política en Guaduas y Santafé, participó en labores de espionaje, entrega de correspondencia secreta y compra de material de guerra, por lo que fue condenada a muerte, bajo el régimen del terror impuesto por Juan de Sámano. Otras mujeres que trataron de convencer a los soldados del ejército realista de desertar y pasarse a la causa patriota, también fueron fusiladas.

Las mujeres en las luchas finales por la libertad

En las luchas definitivas por la Independencia, varias mujeres de destacada posición social formaron parte del ejército libertador, por lo cual eran llamadas Juanas, cholas o seguidoras de campamento. Los registros revelan que en la batalla de Boyacá en 1819 combatieron Evangelista Tamayo, quien tuvo el rango de capitán, Teresa Cornejo, Manuela Tinoco y Rosa Canelones.

Las mujeres comprometidas con la causa libertadora entregaron dinero, caballos, esclavos y joyas como contribución a las batallas; combatieron en los enfrentamientos; atendieron y cuidaron las tropas; hicieron trabajos de espías, mensajeras e informantes e incluso cargaron las armas durante los extenuantes viajes de campaña y hasta sepultaron a los combatientes caídos en el frente de batalla. En 1819, 49 mujeres proporcionaron ropa y pagaron el entrenamiento militar a 100 hombres, mientras en Tunja, las mujeres cosieron 3.000 chaquetas para el ejército libertador.

Pintura que representa el fusilamiento de Antonia Santos. Fue fusilada el 28 de julio de 1819 en el Socorro, por su participación en las luchas de independencia.

Vocabulario

Conciencia social y política: se refiere al conocimiento ligado al compromiso frente a las necesidades y situación que atraviesa un pueblo o un sector social.

Conspiradores: personas que se reunían para actuar en contra del gobierno español.

Gobierno monárquico: forma de gobierno en que la autoridad y el poder se concentra en el rey.

Realistas: personas que defendían la monarquía española y sus colonias.

Tertulias: reuniones informales y amenos don de se discutían temas relevantes y de actualidad.

Otro aspecto importante de mencionar fue el empeño de las mujeres para rescatar a sus seres queridos de la cárcel o para evitar que fueran llevados ajuicio por participar en el movimiento de independencia. Peticiones, cartas, audiencias y diversos mecanismos de presión, fueron utilizados por las mujeres frente a las autoridades españolas, para lograr el perdón y la liberación de sus hijos y esposos.

Finalmente, se debe señalar que, mientras muchas mujeres apoyaron la independencia, una minoría de criollas y españolas se sumaron a la causa de preservar la Colonia.

La idea de lealtad al rey, la preferencia por un gobierno monárquico, y las garantías sociales y económicas que no querían perder, fueron la causa de su elección. Por tales hechos de lealtad el rey las condecoró.

Pintura de Policarpa Salavarrieta. Fusilada por los pacificadores españoles en Bogotá, el 14 de noviembre de 1877.

La mujer en la sociedad republicana en el siglo XIX

Después de la Independencia de la Nueva Granada, cuando se constituyó la República, se mantuvo la diferenciación social heredada desde la Colonia, tanto en el orden político, como en el económico y en el cultural y a pesar de la participación femenina, en los movimientos de independencia, la situación de inferioridad de la mujer respecto al hombre, en nada cambió. Afirma la Investigadora Nohema Hernández que

"La mujer era considerada como un objeto, bien sagrado o bien de placer.

En el primer caso, el modelo impuesto era el de virgenmadre, en virtud del cual podía acceder a la vida religiosa,en cuyo caso quedaba bajo la tutela de la comunidad en calidad de esposa de Cristo y madre espiritual. La otra al ternativa que se ofrecía a la mujer erael matrimonio...".

En cualquier caso, para todas las mujeres, desde que se nacía se estaba bajo el dominio ya sea del padre, de la Iglesia o del esposo, quienes disponían de los bienes y decidían sobre la vida de las mujeres.

Vocabulario:

Concordato: contrato entre el Estado colombiano y la Iglesia católica por el cual ésta asume el control y orientación de la educación y la moral social en Colombia.

Patria potestad: autoridad del padre y/o la madre sobre ¡os hijos meno res no Independientes.

Regeneración: proyecto político conservador, que desarrolló el gobierno del presidente Rafael Núñez entre 1884 y 1886, que veía al país en caos por las ideas liberales y proponía rehacerlo, volviendo a la cristiandad y la obediencia.

Carolina Samper Acosta. Óleo de Domingo Gutiérrez Acosta. Las mujeres colombianas del siglo XIX, estaban sometidas a la autoridad del padre, del esposo o de los hermanos y no podían tomar decisiones por cuenta propia.


Uno de los principales intereses de los gobernantes criollos en las primeras décadas de la República fue elaborar Constituciones para regir el destino del país. Una manifestación clara de la situación de sumisión e in visibilidad de las mujeres, la constituye el hecho de no haber sido tenidas en cuenta como ciudadanas en las diferentes Constituciones promulgadas desde la Independencia. Incluso, en la Carta Política de 1843. se hacía explícito que la ciudadanía era para los granadinos varones, por lo que las mujeres debieron esperar hasta el plebiscito de 1957, es decir, más de un siglo, para obtener su reconocimiento político mediante derecho al voto.

En el siglo XIX, se expresaron tanto las ideas liberales que propugnaban por las libertades públicas y privadas, el ascenso social, el Estado de derecho; como también se expusieron las ideas conservadoras, que se identificaban en el deseo de mantener la independencia, pero restringían las libertades y expresaban el deseo de mantener un orden social similar al de la época Colonial. Se generaron movimientos sociales con los idearios revolucionarios europeos y se inició una transmisión de esas ideas hacia los sectores populares, que demandaron mayor participación en el Estado y mejoramiento de sus condiciones de vida. Sin embargo, en lo que respecta a la situación de la mujer, no hubo pronunciamiento alguno.

El matrimonio y la familia

Las diferentes tendencias políticas, liberales o conservadoras propugnaban por un modelo de nación y un orden social determinado, en los cuales:

la Iglesia católica tenía menor o mayor injerencia en la vida pública y privada de las personas, dependiendo de la Constitución que se aprobara. Es así como durante la vigencia de Constitución laica de 1863, se adopta la independencia del Estado respecto de la Iglesia. Por esta razón, cada Estado federado estuvo en libertad permitir que los hombres y las mujeres pudieran acceder legítimamente al matrimonio católico o al civil.

En el régimen conservador de la Regeneración, cuyo proyecto político estuvo basado en la moralización de la vida pública y privada, el Estado le devolvió a la Iglesia católica el control social a través del Concordato. Mediante este contrato se intervinieron instituciones como la familia, con lo que se privilegió a los hombres para anular su matrimonio civil y contraer matrimonio por la Iglesia católica con otra mujer, según la Ley 30 de 1888, pues la Iglesia consideraba el matrimonio civil un pecado gravísimo, similar al concubinato.

También se adaptó el Código Civil eliminando de éste todo aquello que favorecía a las mujeres con lo cual quedaron absolutamente sometidas a los hombres, como el padre, los hermanos o el esposo, quienes eran fuente de toda autoridad.

Al padre se le tenía conferida la patria potestad, por lo que los hijos e hijas debían someterse a su autoridad y decisiones. Del padre dependía la decisión sobre sus matrimonios, sobre lo que deberían aprender, sobre el uso de su tiempo y los lugares y personas con quien podían relacionarse.

Como madre, la mujer sería la figura fundamental para la consolidación de la moralización, pues era la encargada de educar en las buenas costumbres a los hijos y conservar el hogar con su paciencia y dedicación.

La mujer debía sumisión y obediencia a su padre y si contraía matrimonio, pasaba a depender de la autoridad de su esposo, por lo que sus derechos eran comparables a los de un menor de edad, en cuanto carecía de todo poder de decisión.

La ley le otorgaba al marido la potestad, es decir, el derecho sobre la persona y bienes de la mujer; además, podía conocer la correspondencia de la esposa, prohibirle frecuentar sitios o tener amistades. Si la mujer trabajaba, lo hacía con el permiso del marido y todo lo que ganaba él lo administraba.

Otra práctica de control sobre la mujer casada, fue la obligación de usar el "de", tomando el apellido del marido como signo de propiedad, lo cual estuvo vigente entre 1939 y 1970.

A la mujer soltera mayor de edad, la ley le permitía contraer obligaciones civiles, tener propiedades y manejar asuntos económicos. Sin embargo, en la práctica, le era difícil ejercer estos derechos, pues por el peso de la cultura patriarcal, se juzgaba mal el ejercicio de la autonomía en las mujeres.

Moral y conducta

La decencia, el control de las pasiones, la virtud y el honor, fueron los principales valores morales católicos que orientaron el comportamiento y las relaciones de las mujeres y los hombres en el siglo XIX y buena parte del siglo XX; no obstante, cada clase social, asumía estos preceptos de manera distinta.

La castidad era uno de los valores que la mujer debía guardar hasta el matrimonio. En la vida matrimonial, las relaciones sexuales, estaban supeditadas al exclusivo deseo del marido y debían confluir en la concepción de hijos que serían los herederos del patrimonio familiar y garantizaban la perpetuación del apellido paterno, como signo de tradición y linaje.

En cambio, para los hombres la sexualidad no estaba regularizada y era visto como necesario y natural que tuvieran relaciones previas y extramatrimoniales.

Candidatas al reinado de belleza en Ipíales en 1930. Los principios morales de esta época eran muy rígidos y estaban orientados principalmente por preceptos religiosos.


En las clases de menor prestancia, por lo general, el matrimonio estaba precedido por un tiempo de convivencia, quizá como una práctica cultural conservada de algunos pueblos indígenas. Esta práctica era calificada por la Iglesia católica como amancebamiento y pecado.

El control y la normatización sobre el cuerpo de la mujer era tal, que frecuentemente se daba instrucción a las mujeres respecto al comportamiento ideal en la calle, en la Iglesia, en las visitas, en las celebraciones, en los centros educativos y en el hogar. Además, existía un estricto control sobre el vestido, la postura y hasta el contenido y la forma de sus conversaciones. La falta de libertad de las mujeres también se evidenció en su manera de vestir, pues debían seguir las orientaciones de la sociedad y de la Iglesia. En 1930, el Vaticano expidió una reglamentación para que todos los obispos del mundo influyeran sobre las modas femeninas. El argumento expuesto para tal fin era el de impedir los daños que causa "el indecoroso modo de vestir, que tanto iba cundiendo entre las mujeres".

La educación

La educación para las mujeres ha sido impartida y regla mentada por la familia, los conventos, las escuelas, los colegios y los medios de comunicación. Para finales del siglo XIX y principios del siglo XX y de acuerdo con las políticas de los gobiernos conservadores, se concibió la educación femenina, como la necesidad de instruir en asuntos "propios" de mujeres como el cuidado de la casa, la alimentación, la salud, la higiene y otros conocimientos básicos de lectura, escritura y matemáticas, a lo que se denominó enseñanza elemental.

En esta época, la educación masculina y la femenina eran muy diferentes, puesto que a excepción de casos particulares, a los hombres se les educaba en ciencias y artes, mientras que las mujeres recibían educación para ser buenas madres y esposas. Así, las materias de enseñanza femenina incluían lectura, escritura, religión, moral, urbanidad y bordados. Las mujeres de clases altas que podían acceder a una educación más completa, estudiaban gramática, francés, aritmética, música y economía doméstica.

En 1903 se dictó la Ley 39 de reforma educativa, que introdujo la orientación industrial en la primaria y secundaria pero sólo para hombres. Las mujeres que quisieran prepararse mejor tenían que hacerlo por sí mismas y resistir las críticas sociales por ello.

Estudiantes de la Escuela Mormal de Señoritas de Medellín, 1912. La enseñaza fue una de las pocas actividades laborales en las que se permitía la participación de la mujer en los Inicios del siglo pasado.


Las instituciones escolares femeninas estuvieron dirigidas por mujeres, ya fueran señoras virtuosas, superioras de convento o sencillamente, maestras. En 1927 se inauguró el Instituto Pedagógico Nacional, para señoritas, destinado a la formación de maestras de educación primaria, educación normal y para la formación de inspectoras de educación. Es te Instituto reemplazó a la Escuela Normal de Bogotá.

En 1933, el gobierno de Enrique Olaya Herrera, mediante los decretos 1874 de 1932 y 227 de 1933, permitió que mujeres y hombres recibieran el mismo tipo de educación en el bachillerato, y que las mujeres tuvieran acceso a la universidad. La primera mujer colombiana universitaria fue una odontóloga graduada en la Universidad de Antioquia en1937.

Desde los años de 1920 se empezó a hacer visible el desarrollo económico del país, basado en la transformación de materias primas, la producción y el comercio, al tiempo que surgieron nuevas oficinas del Estado. Las distintas actividades económicas requirieron de mujeres capacitadas para desempeñar variados oficios y, aunque por esa época más del 50% de la población femenina de Colombia era analfabeta, numerosas mujeres de clase media, buscaron capacitarse en áreas como contabilidad, comercio, secretariado y distintas labores de oficina.

En 1936 se fundó en Medellín, el Instituto Central Femenino, que tenía como propósito, ofrecer a las mujeres una educación igual a la que recibían los hombres, pero al mismo tiempo, los conservadores y la Iglesia crearon la Es cuela Normal de Señoritas y dirigieron fuertes ataques contra el Instituto Central Femenino, acusado de poner en peligro la moral cristiana y la virtud. Por esta razón, la rectora renunció y como ninguna mujer colombiana por su desempeño en este cargo, estaba dispuesta a enfrentar los ataques, el gobierno tuvo que contratar a una educadora española, que recibió el apoyo de las alumnas.

El trabajo

La mentalidad predominante durante la mayor parte de la historia frente a la mujer ha desconocido su trabajo como un aporte a las dinámicas económicas familiares o empresariales. Hasta el momento actual muchas mujeres en Colombia deben asumir eltrabajo del hogar o trabajo doméstico, sin obtener por ello reconocimiento, protección o remuneración. Se trata de una pauta de socialización propia de nuestra estructura social patriarcal.

Desde finales del siglo XIX y principios del XX, las actividades de las mujeres estaban claramente diferenciadas por su clase social. Las mujeres de clase alta debían dirigir las actividades del hogar y velar por su cumplimiento. En las clases menos favorecidas y en el campo, el cuidado de la casa, la preparación de los alimentos, el aseo, la elaboración de vestuario, la atención de los hijos y de los abuelos, así como el cuidado de los cultivos y de los animales de criadero, fueron trabajos exclusivos de las mujeres. Tanto en aquella época como en la actualidad, a estas labores, no se les ha otorgado el reconocimiento de verdadero trabajo, aunque en muchas ocasiones constituye la principal fuente de ingresos para el grupo familiar.

Con el desarrollo industrial del país, aparecieron las primeras mujeres obreras que se ocuparon, entre otras labores, del procesamiento de aliños o la confección de vestuario; también fueron contrata das en las trilladoras, en las fábricas de tejidos y de cigarrillos. Se pagaba menos de la mitad a las mujeres que a los hombres y, por supuesto, muchas fábricas preferían esa mano de obra tan barata.